«Valles salpicados por caseríos, lagos, pueblos medievales, gastronomía, cascadas espectaculares, mitología… El interior de Euskal Herria guarda todo tipo de tesoros a la espera de ser descubiertos. Son los últimos reductos donde aún se puede respirar la verdadera tradición y cultura del pueblo vasco.
Desde hace varios siglos, el caserío ha sido el pilar de la familia y de su economía, y ha sido uno de los factores que ha influido en el paisaje actual del interior del País Vasco. Debido a la orografía, las familias huían del sombrío y frío fondo de los valles, y establecieron sus casas en las laderas de las montañas en busca de más horas de sol. Los caseríos se convirtieron en un «institución» autosuficiente, gracias a la cría de animales en su interior, y el cultivo de frutas y hortalizas. Poco a poco, los alrededores de los caseríos fueron transformándose, dando lugar a extensos prados para los rebaños de ovejas u otros animales. También se fueron talando los bosques debido a la cada vez mayor demanda en la construcción de edificios y barcos.
El resultado es que hoy nos encontramos con unos hermosos verdes valles, rodeados por montañas, y salpicados por caseríos. Merodeando por las laderas, ajenos a las hermosas vistas, los rebaños de ovejas, cuidados por los pastores que generación tras generación se han preocupado de elaborar un queso que hoy en día es reconocido en el mundo entero. El Queso Idiazabal.
En esa ruta por el corazón de Euskal Herria, recorreremos todos estos paisajes idílicos, nos fundiremos con su cultura, visitaremos pueblos históricos y saborearemos sus gastronomía de la mejor manera, con un local.
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